Wednesday, April 1, 2009

LOS PELIGROS DE JUGAR A LA DESTRUCCION

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“La violencia no es poder,
la venganza no es justicia”


La frase que uso de epígrafe la escuché en una emisora colombiana. Asumo que la misma (es decir la frase) está orientada al agudo problema interno que viven los hermanos de esta república andina y que el propósito esencial de la campaña es desestimular acciones violentas y las consecuentes venganzas.

No tengo la menor idea de cual sector interno que impulsa esta campaña en Colombia y por lo tanto necesariamente no me identifico con la motivación política de la misma; pero la frase vista fuera del contexto planteado por sus promotores, permite profundas reflexiones sobre la destrucción y los peligros de jugar al tremendismo.

Por lo antes dicho, me permito reflexionar entorno a nuestro comportamiento diario y tomo esta frase como catalizadora para que facilite la reflexión y consecuentemente, el crecimiento personal.

Pienso que las acciones violentas (individuales o políticas) están antecedidas de frustraciones irresueltas que crecen en la medida que los individuos llamados a darle respuestas, hacen caso omiso a las mismas aumentando los niveles de impotencia de aquellos que se sienten agarrados por el cuello sin la menor posibilidad de oxigenarse.

Ahora bien si los sujetos (sociales o políticos) a los cuales van dirigidas las señales, subestiman las mismas, las ignoran y mas aun, las utilizan para enrostrar a quien lanza el grito de alerta, su impotencia para cambiar el hecho o los hechos que generan el problema, los riesgos están dados para que todo concluya de forma inesperada y por qué no, trágica.

Tanto en la vida privada como pública, los sujetos debemos aprender a leer esas señales y si estamos verdaderamente interesados en participar de procesos de crecimiento y emocionalmente sanos, debemos dejar de lado las posiciones irreflexivas y de fuerza (que solo conducen al caos) hablar con claridad meridiana sobre nuestros puntos de vista entorno a los problemas que afectan nuestras relaciones interpersonales y darle la seriedad que estos asuntos tienen.

Es casi seguro que la mentira y el engaño, generan mayor frustración que una ruptura bien manejada y esta reflexión tiene una sustentación simple: el engaño pone en ridículo al engañado y sentirse el hazme reír puede generar niveles de frustración tan altos, que el problema puede salir de control.

No olvidemos que los seres humanos estamos permeados por un sin número de aprendizajes que nos generan sentimientos varios: de inferioridad, complejos (generados a veces por la competencia en una sociedad donde las personas valen por lo que tienen) etc.

Por lo tanto, el manejo inadecuado de estos sentimientos y por que no, el desconocimiento de nuestra propia condición frente a situaciones de estrés y presión extremos, puede provocar “resultados” capaces de sorprender a todos, incluso a quien los genera.

Le comentaba a una persona cercana, que no se pueden hacer cosas buenas que parecen malas porque entonces la acción bondadosa pierde valor.

Jugar a acciones violentas (provocándolas o estimulándolas sutilmente) de cualquier naturaleza, va creando unos comportamientos sujetos a los vaivenes de esas acciones y los sujetos envueltos en las mismas (acciones personales o políticas) difícilmente encuentren el camino de regreso, acepto que hagan un profundo acto de introspección que les permita anteponer posiciones reflexivas y acciones negociadas sin espíritu de victoria o derrota, a cualquier posición mezquina de imponer su verdad a cualquier precio.

Jugar a la fuerza, a la violencia es jugar a la destrucción. Cuando generamos una acción violenta (por acción u omisión) cuando nos proponemos de forma irreflexiva imponer nuestra verdad o que entre el mar, las consecuencias pueden ser impredecibles.

No debemos asociar la violencia con el poder (aunque el poder es intrínsicamente violento) imponer situaciones a la fuerza o bajo manipulaciones sutiles (que también puede ser una forma de violencia) reduce la posibilidad de avanzar por caminos de paz.



Por: Samuel Sanchez

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